Hoy en día, la mayoría de las personas tiene una idea de una vida en armonía con la salud, el bienestar y la relación con el medio ambiente.
Es lógico pensar que cada vez más personas están involucradas en un el cuidado de los ecosistemas. Basta comparar los datos de hoy en día con los de hace 10 años:
“Reciclamos más, nos preocupamos por la flora y la fauna de diversos ecosistemas que nos rodean, nos preocupamos de no tirar desperdicios que puedan afectar negativamente a la naturaleza, apostamos más, por las energías renovables, etc.”
Este pensamiento está cada vez más extendido. Una de las consecuencias es la planificación y la construcción de ecociudades.
Una ciudad ecológica puede proveerse a sí misma, con la mínima dependencia de las zonas rurales que la rodean y dejando la menor huella ecológica posible. Esto resulta en una ciudad que es amigable con el medio ambiente, en términos de contaminación, uso de la tierra y reducción de las causas que contribuyen al calentamiento global.
Las ecociudades se caracterizan por varios aspectos, por ejemplo:
Agricultura a pequeña escala, lo que reduce las distancias de transporte de los alimentos.
Fuentes de energía renovable, como aerogeneradores, células solares, o biogás creado de aguas negras. Las ecociudades hacen viables estas fuentes de energía que prácticamente no contaminan.
Aumento de las áreas verdes. Al menos, un 20% del total de la superficie urbana. Esto ayuda a crear pulmones en el entorno urbano y a reducir la contaminación.
Sistema de transporte público mejorado y fomento de la peatonalización. Esto requiere un cambio radical en la planificación urbana.